La primera novela de García Ponce comienza con la compra, por parte de uno de los protagonistas, de una “absurda figura de paja”. Y, efectivamente, lo que nos relata el narrador es precisamente la historia de un triángulo absurdo que termina en el suicidio de uno de los personajes.

El personaje masculino está casado con Alma, mujer bella –como todas las mujeres del universo narrativo de García Ponce, en el que no tienen cabida las feas- y, sin embargo, no está satisfecho, aunque no se lo diga a sí mismo en esos términos. Conoce a otra mujer, Teresa, y a su amiga Leonor, y comienzan a salir los tres, aprovechando, en primer término, que Alma anda de vacaciones.

– ”Pero tenemos que hablar. Yo sabía que iba a pasar algo si veníamos y sin embargo acepté.
– ¿Por qué?
– Para saberlo de una vez, para ver qué hacía ella. No sabía qué sentías tú. Y si no eras tú podía ser cualquier otro. Igual se vino conmigo, sin ningún motivo. Dice que pensó que me hacía falta y que podíamos ser realmente amigas, pero que yo he echado a perder la relación porque tengo miedo. ¿Cuál relación? Ella no se ha dado nunca y en cambio se siente con todo el derecho a exigir”.

Todo esto se lo dice Leonor al personaje masculino, amigo suyo desde la infancia cuando ella estudiaba en un colegio de monjas y él con los hermanos maristas. El narrador nos cuenta cómo Leonor fue expulsada del colegio por besarse a escondidas con un novio y cómo después, según sus propias palabras, ha ido de fracaso en fracaso, sin encontrar el amor que busca. En algún momento ella comenta que estuvo a punto de tener una relación con una mujer en Canadá. Después, le presenta Teresa al personaje masculino, iniciándose así poco a poco un triángulo, que terminará con el suicidio de Leonor.

Pero, mientras, la relación del personaje masculino -de quien nunca sabremos el nombre- y Teresa va creciendo. Una relación en la que el encuentro de los cuerpos define, como en todas las novelas de García Ponce, la intensidad y el misterio del amor, especialmente para el personaje masculino, para quien todo comienza y acaba a partir de la posesión sexual. Como casi todos los personajes hombres de la narrativa de García Ponce, tiene un trabajo al que puede faltar sin ningún problema, para dedicarse a la conquista y a la reflexión sobre sí mismo a partir de la mujer.

El personaje masculino describe su relación con Teresa: “Parecíamos dos actores, jugando a que nuestros problemas eran muy graves, pero sin llegar a tratarlos nunca realmente para que no desaparecieran, fascinados por el juego en sí, por las posibilidades de la representación y dispuestos a no llegar nunca al final”. Esta afirmación parece ser válida para el resto de las novelas de García Ponce.

En el caso especial de Figura de Paja, la relación entre Leonor y Teresa está tratada con un sentimiento de culpa ausente en el resto de la obra narrativa. Así, Teresa afirma de Leonor: “Empieza como una putería… es verdad, lo siento… y de pronto es una especie de matrimonio absurdo”.

En esta obra podemos ver el ritmo semilento que caracteriza a las primeras novelas de García Ponce, en las que la descripción psicológica da forma a los hechos y revela su significado. Aunque Teresa todavía no se muestra con el esplendor que el autor depositará en sus futuras creaciones femeninas, ya encontramos en ella esa fuerza a la que hay que aceptar y ante la que hay que someterse. De no hacerlo, el resultado puede ser el vacío que conduce a Leonor a su muerte.